Las montañas, la niebla perpetua, las gentes que malviven en esos paisajes, escondite y refugio al mismo tiempo, son algunos de los protagonistas de esta colección de relatos que transportan a la lectora a Colombia, a una parte del país olvidado, el campo, habitado por un universo onírico propio. La naturaleza atraviesa todas sus páginas, y esta y los objetos que en ella se encuentran van desvelando el misterio del mundo que nos rodea. Un hilo invisible y profundo es el reflejo de la (in)quietud que nos recorre a todas nosotras.

Andrea Mejía disecciona en estos cuentos, en los que también aparecen la infancia, la muerte y los recuerdos, la geografía y realidad de una nación rota que, a pesar de sus tragedias, siempre intenta reconstruirse. Los habitantes que pueblan este libro dan vida a una verdad que los gobiernos intentan una y otra vez sepultar. Gracias a la voz de Andrea Mejía, sus historias permanecen en el imaginario de las lectoras, que las hacen suyas a ambos lados del Atlántico.