La científica más premiada de la historia, y dos veces Premios Nobel, esconde una mujer cuya grandeza no podemos perder. Austera, generosa, indiferente ante cualquier sacrificio por conseguir sus sueños, y generosa en tiempos de guerra. Luchó ante una sociedad donde los éxitos intelectuales, y los cargos de responsabilidad correspondían exclusivamente a los hombres. Luchó contra injusticias, agravios, intentos de relegarla como científica, por ser mujer, y sufrió graves humillaciones profesionales y personales, que casi la llevan al suicidio. Su inteligencia, altura moral, capacidad de renuncia y voluntad inquebrantable la llevaron al éxito que ella asumió con humildad y sin triunfalismos. Un ejemplo apasionante de entrega a la ciencia y a las personas.